Rafael Yuste, neurobiólogo, -en el programa “A hombros de gigantes”, Radio Nacional-, uno de los científicos más reconocidos del mundo en su ámbito, defiende la incorporación de nuevos Derechos humanos conocidos como neurológicos. Partimos de algoritmos de optimización –por no llamarlo inteligencia artificial- y de interfaces cerebro computadora. Ya se tratan pacientes con estas tecnologías. Pero ¿podemos mejorar nuestra capacidad cognitiva con semejante interfaz? En cierto modo ya existe sin conexión cerebral (S. Google), pero la cosa parece que promete y se abre el debate ético. Las neuro-técnicas atraen la inversión. Expertos diversos forman un comité de 25 personas defensoras de estos derechos, retando a la ONU a su reconocimiento. Son los siguientes:
Privacidad y consentimiento: privacidad mental. Hablamos de los datos mentales, la esencia de lo que somos, y cito textualmente. Es como un órgano tuyo, sigo citando, y lo deberíamos de tratar como tal, fuera del objeto del comercio. Téngase presente que se trata de la esencia de la persona.
Derecho a la identidad personal: si hablamos de conectar a la gente a la red, se diluye el yo, sigo citando literalmente.
Derecho al libre albedrío: decisión en base a algoritmos de inteligencia artificial, de manera que se pierde el libre albedrío (o el poco que nos queda).
Derecho al acceso equitativo a la aumentación cognitiva: principio de justica en este aumento de conocimiento. Unos sí y otros no, no parece razonable. El aumento cognitivo tiene repercusiones de todo tipo.
Derecho a la protección contra los sesgos: algoritmos que pueden tener sesgos discriminatorios, en general minorías. Los algoritmos tienen un sesgo intrínseco que hay que extraer.
Desde esta modesta plataforma aplaudimos la iniciativa y animamos a todo el mundo a que lo haga y practique la más rigurosa ética en los prometedores procesos de neuro-tecnología que tanto pueden ayudarnos.